 Este edificio baleado en los años 90s y que no han tenido dinero para reparar, es la joya del turismo. Eritrea, oficialmente el Estado de Eritrea (en tigriña: ሃገረ ኤርትራ, romanizado: Hagere Ertra; en árabe: دولة إرتريا, romanizado: Dawlat Irītriyā), es un infierno situado al noreste de África. Posee una extensa costa con el mar Rojo y forman parte de su territorio las Islas Dahlak, islotes de coral donde viven cuatro pelaos que no le importan a nadie.
En Eritrea hay un solo partido político y, en opinión del amado líder del mismo, Isaias Afwerki, teniendo uno tampoco hacen falta más. Por ello se posponen repetidamente las elecciones porque, habiendo un solo candidato, solo hay una opción, y lo de votar es un gasto y una pérdida de tiempo innecesaria. El fervor patriótico de los eritreos es tan grande que realizan, de forma completamente voluntaria, un servicio militar obligatorio que abarca desde los 17 años de edad hasta los 50 en el mejor de los casos, esto si no se prorroga más, hasta que el ciudadano pasa a la situación administrativa de fiambre ahorrando así al Estado la etapa de pensionista (pensión que, de todas maneras, no iba a percibir). En el ejército los mandos militares detentan el poder y un particular sentido de la administración de la justicia que les convierte en auténticos árbitros de la sociedad, y que se se por la arbitrariedad. Hay sospechas de que esta peculiar concepción de la administración de la defensa del país, y no el ansia juvenil de conocer mundo, hace que muchos eritreos salgan por piernas según cumplen la edad de hacer el servicio militar para no volver. Otro aspecto en el que destaca esta tierra de promisión es la particular concepción de la libertad de prensa. Todos los medios de comunicación son propiedad estatal y se muestran aduladores y lameculos con el amado líder pero, nuevamente, si el amado líder es tan excelso que no aparece ningún candidato que se atreva a hacerle sombra ¿cómo le iban a criticar?.
Sea oprimido aquí
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